La vida es
una gran maestra y cuando no aprendes una lección te la vuelve a repetir hasta
que la aprendas. Nada en la vida se va, hasta que nos haya enseñado lo que
necesitamos saber.
Las
relaciones sirven para crecer, para sanar nuestra alma, para sumar, para
aportar, para hacernos mejores personas, para dar, comprender, apoyar, amar,
confiar… Las relaciones que tenemos en nuestra vida son un reflejo de nosotros
mismos. Las relaciones que tengas con tus amigos, familia y pareja, son un
espejo de lo que tú te das a ti mismo.
La cara es
el espejo del alma. Refleja lo que sentimos por dentro, por muy poco expresivos
que seamos la mirada nos delata. Y
podemos ver en el simple brillo de nuestros ojos cuanto nos aporta y queremos a
alguien, porque lo expresamos, tenemos que aprender a mirar nuestro brillo en
todas las relaciones de nuestra vida.
Las relaciones que elegimos dicen mucho de
cada persona. Porque siempre nos unimos a nuestros semejantes, en gustos,
opiniones, nivel cultural, emocional y por su puesto moral. Por eso tenemos que elegir bien nuestro
entorno, porque somos parte de ello, eres un espejo de las 5 personas con las
que mayor relación tienes.
Lo principal
es saber que queremos, que queremos dar, que queremos de las relaciones de
nuestra vida, con quien queremos compartirla, que queremos hacer en ella y
sobre todo que es lo que nos llena por dentro. Y descubirlo es muy sencillo, aunque a veces parezca difícil, porque no dudamos de cuál es nuestro plato
preferido, porque por mucho que nos guste comer, siempre hay algún plato que
nos enamora y no nos cansaríamos de comer. Pues en las relaciones pasa lo
mismo, hay personas que nos transmiten tanto…. Que no nos cansaríamos de
elegirlas. Esas relaciones son las que tenemos que elegir en nuestra vida. Y
sobre todo saber querer, nadie nos enseña a hacerlo, tenemos que desarrollarlo
por ensayo-error. Lo más importante es estar dispuesto a luchar, estar disponible
y comprometido a darlo todo hasta quedarnos vacíos por dentro. Hay personas que piensan que van a encontrar
el amor de su vida, las amistades y la familia de sus sueños en la vuelta de la
esquina, pero no es así, nada de eso llega… la suerte hay que crearla y los
sueños también. Los flechazos no existen, el amor es ver lo bueno y lo malo y
aun así seguir amando, y sobre todo trabajar las relaciones de nuestra vida. La
mayor satisfacción que podemos tener en la vida en sentirnos bien, protegidos,
amados y amar, poder confiar en nuestro entorno y saber que tenemos las
relaciones de nuestro plato preferido. Los vínculos profundos son los que
convierten una casa en un hogar, no cualquier vínculo nos basta, tenemos que
sentirnos llenos. Las relaciones son muy importante en nuestra vida, porque son
los que nos levantan cuando algo va mal, porque la felicidad necesita ser
compartida, pero no vale con cualquiera, necesitamos relaciones autenticas para
ser feliz. Y para ello, no basta con amar, tenemos que aprender a hacerlo, hay
que aprender a construir el amor.
El amor no
lo puede todo, es vulnerable ante las amenazas y tenemos que protegerlo. Construir relaciones solidas y con raíces nos
hace ser más felices.