Con el tiempo, la experiencia y sobre todo situaciones
impactantes que te hacen valorar la vida, te das cuenta que tenemos que elegir
bien que batallas queremos luchar, que no podemos luchar por cosas que no
importan con personas que si importan. A veces es mejor perder la razón y
ser feliz. Discutir aviva la infelicidad, no consiste en callarse, si no
elegir que merece la pena decir y que no, el reproche es mantener la herida
abierta. En una batalla el más fuerte es el que no está dispuesto a discutir. A
veces es mejor irse, tomar un respiro, salir a dar un paseo y decir las cosas
cuando ya no duelen, o incluso a veces aprender a callar las cosas no
importantes y pensar en lo que sí es importante.
El tiempo nos cambia a todos. Mediante una óptica espiritual
uno se vuelve un ser amoroso, capaz de perdonar, aceptar, asumir, corregir y
volver a empezar.
Lo importante es perdonar y no convertirte en quien te
hirió, no permitas que tus heridas te transformen en alguien que no eres. Esa persona eligió ser así pero tú no tienes
porque seguir su ejemplo.
Con el tiempo, el silencio y mirar, comprendemos porque
otros se comportan así, y que no somos el porqué de su comportamiento, a veces tenemos que dejar de discutir, reír
más, tener mala memoria, disfrutar y ser feliz.
Hacer la vida sencilla, con un clima agradable, dándole la importancia
a lo importante y restándosela a lo que no lo es.
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