miércoles, 1 de junio de 2016

Resilencia

Todas las batallas en la vida sirven para enseñarnos algo, incluso en aquella en la que perdemos. 
Hay momentos que nos transforman, que nos cambian, nos hacen mirar más allá, hace que nos analicemos y nos replantemos como queremos ser a partir de ahora. Y si nos queremos dejar llevar por el miedo o por la fe. La fe que te hace confiar en las personas y en uno mismo, perdonando y comprendiendo que hay más camino y no todos los caminos llevan las mismas piedras. Confiando que todo tiene un porqué, y que seré hoy más sabio para construir unas nuevas zapatillas con las que pisar en camino.
Madurar es comprender que lo que damos no tiene porque ser recibido, que también hay cosas que nos dan y nosotros no sabemos dar. Que cada persona da lo mejor que puede en ese momento. Madurar es aceptar lo que nos da la vida, comprender, perdonar, para cuando nosotros somos perdonados.
Los japoneses creen que cuando algo ha sufrido un daño y tiene una historia, se vuelve más hermoso y por eso reparan objetos rotos rellenando sus grietas con oro o plata. En lugar de intentar ocultar los defectos y grietas, estos se acentúan y se celebran, ya que ahora se han convertido en una prueba de la imperfección y la fragilidad, pero también de la resilencia; la capacidad para recuperarse y hacerse más fuerte.
De nada sirve huir… porque lo que llevas dentro, te seguirá allí donde vayas. Lo importante es mirar, y reinventarse hasta hacerlo bien. Porque cuando no superamos una batalla la vida nos la vuelve a poner hasta que lo aprendamos.
La vida nos pone pruebas inevitables, para  hacernos mejor persona, más humano, más sensibles, empáticos, humildes, compresivos y amorosos. Nos hace  crecer, para ser la mejor versión de uno mismo, los cambios solo se producen cuando tenemos la necesidad de hacerlo.
Las tormentas hacen que los arboles tengan las raíces más profundas. Las tormentas pueden romper una rama con el viento, pero también ofrece agua en abundancia que hace que se sobrealimente y pueda crecer con más fuerzas, creciendo nuevas ramas, nuevas hojas, nuevos flores, nuevos frutos, nuevas semillas, nuevas vidas.

En eso consiste la vida, aguantar la tormenta para tener mejores raíces, raíces que nos ayuden a ser mejor, a dar mejores frutos al mundo. 

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