Cuando pensamos que lo hemos dado todo, que nuestro esfuerzo ha sido completado, es en ese momento en el que entendemos que no es el final, cuando
subimos ese escalón y estamos por encima
de el, desde donde
miramos a la vida con una nueva perspectiva, donde vemos los peldaños
que hemos subido.Sin embargo, no es el último, no es el final, es solo un nuevo comienzo para un camino de
superación y mayor esfuerzo.
A veces no importa el resultado, sino lo que has
aprendido en ese trayecto, y sobre todo lo más
importante es no rendirse en el, porque ese resultado puede que mañana
sea conseguido, no bajes los escalones que subiste, solo sube unos más, porque
los últimos escalones son los más duros, pero son los que marcan la diferencia
entre el éxito y la mediocridad.
Caerse está permitido, levantarse es una obligación. Mira
aquello con lo que te caíste, observa esa piedra atentamente y aprende de ella,
solo así conseguirás las fuerzas para levantarte y seguir en dirección hacia la
meta, cada día cuenta, en vez de lamentarte, aprende de esa piedra y lanzala lo más alto que puedas, tan alto como donde puedes llegar.
La perseverancia, la
voluntad, la visión de futuro, la renuncia a los placeres momentáneos serán los
que nos llevaran a los placeres duraderos y constantes.
Haz una lista con aquello que si conseguiste en ese trayecto
y una lista de las piedras que tienes que levantar, hazla tus aliadas, para que
te lleven al destino, y no que ellas te
lleven a ti.
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