Hay momentos que no tienen precio, que no podemos comprar
con dinero. Esas situaciones son especiales, llenas de sentimientos, que dan
energía a nuestro sentir. No podemos prescindir de ellos, son los que nos hacen
ser felices, y a fin y al cabo solo esos recuerdos son los que nos podemos
llevar a la tumba. Hay un cuento de Jorge Bucay, la historia del buscador, me
encanta, trata sobre el tiempo que importa, el tiempo que disfrutamos. Os dejo
el link. http://esenciaindomable.blogspot.com.es/2013/08/la-libreta-de-nuestra-vida.html
No vendamos nuestra vida por dinero, no hay precio que se
pueda pagar por los momentos que nos hacen ser felices. Siempre tenemos que
tener un tiempo reservado para esos instantes de felicidad. No hay excusa que
valga, todas las personas tenemos el mismo tiempo, en ti depende donde
invertirlo.
Como dice Robert Brault, disfruta de las pequeñas cosas,
porque tal vez un día vuelvas la vista atrás y te des cuenta de que eran las cosas grandes.
Tenemos que ser conscientes de ello y saber que estamos disfrutándolos. Cuando
nos habituamos a un estímulo, perdemos
sensibilidad de dichos estímulos, viéndolos como normales, sin embargo, si
percibimos un estímulo similar, la habituación desaparece, estando sensible a
ese nuevo estímulo. Tenemos que ser más fuertes que la habituación y conseguir
que lo que hacemos nos parezca novedoso, excitante, apasionante y nos ilusione,
que nos haga vivir el día a día con la chispa del entusiasmo. A veces tenemos
que cambiar lo que hacemos para seguir disfrutando de las cosas importantes y
esenciales. Cambiar de restaurante, comprar un nuevo perfume, hacer un plan
diferente con tu familia, apuntarse a clases de baile con tu pareja, estos
pequeños cambios pueden recuperar la magia, nos hacen estar alerta del nuevo estimulo,
y nos permiten disfrutar con pasión y entusiasmo de los momentos felices que
llenan nuestra vida.
Los momentos no podemos repetirlos, solo podemos quedarnos
con el presente instante de su gozo, pero sí podemos recordarlos y alargarlos,
al fin y al cabo son esos recuerdos los que nos definen y nos hacen ser lo que
somos.
Mi invitación es que tengamos presente esos momentos buenos, los
valoremos y repitamos momentos similares que nos hagan sentir feliz. Creemos un
cuadro de nuestros momentos de felicidad, que nos sirva de inspiración para
elegir futuros estímulos que no habitúen nuestros momentos. Hagamos fotos de
esos instantes y pónganlos en lugares visibles, en el que podamos ver la suma
de nuestra felicidad. Creemos nuestro cuadro de fotos, y cosas que nos
recuerden a los momentos felices de nuestra vida. Que nos retemos a hacer una
colección de cuadros de la felicidad.
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